jueves, 11 septiembre 2025

Vacunas, brotes y la negación peligrosa

Puebla presume que tiene vacunas suficientes contra el sarampión. Lo afirma Salud federal y lo repiten autoridades estatales, como si la disponibilidad en almacén fuera sinónimo de protección real. 

El dato duro es que, a abril de este año, el estado ya acumulaba siete casos confirmados de tos ferina y alrededor de 60 casos probables de sarampión-rubéola. Mientras tanto, el país entero enfrenta la peor crisis de cobertura vacunal en décadas: apenas 71.3 % de los niños entre 12 y 35 meses tienen la primera dosis de triple viral y menos de la mitad cuentan con su esquema básico completo.

La tos ferina ha cobrado en México la vida de más de medio centenar de bebés menores de un año en lo que va de 2025. Puebla lidera el indicador de letalidad. No es un título que nadie quiera colgarse, pero ahí está, derivado de coberturas que rondan entre 71 % y 73 % para la serie primaria contra esta bacteria mortal en lactantes. 

Detrás de esas cifras hay recién nacidos que no alcanzaron a recibir la protección mínima, madres que no fueron vacunadas durante el embarazo y diagnósticos tardíos que dejaron correr la enfermedad.

El sarampión, por su parte, acecha como un recuerdo de otra época. No hay casos confirmados en Puebla, pero sí en otros estados. El problema no es si ya llegó, sino si estamos listos para que no llegue. 

Con coberturas nacionales de apenas 79.86 % en la primera dosis y 68.96 % en la segunda, la meta del 95 % que exige la Organización Panamericana de la Salud parece una quimera. La inmunidad de rebaño no se alcanza con discursos, se alcanza vacunando.

Aquí convergen tres factores que se retroalimentan: el desabasto intermitente de biológicos en años recientes, la desinformación impulsada por movimientos antivacunas y la complacencia política que prefiere minimizar riesgos antes que admitir fallas. 

Las coberturas bajas no se explican solo por resistencia ciudadana: también hay zonas donde las brigadas no llegan o donde las dosis se agotan a mitad de la fila.

El riesgo es perder, en cuestión de meses, décadas de avance en la eliminación de enfermedades prevenibles. 

Lo advirtió la OPS: nueve muertes por sarampión en un año son inaceptables. Sesenta por tos ferina lo son aún más, pero las advertencias parecen diluirse en un país que, cuando se habla de vacunas, se conforma con anunciar que “hay en existencia”.

La realidad es que, en materia de salud pública, la protección no se mide en cajas de almacén, sino en brazos vacunados. Y ahí, Puebla y México entero tenemos mucho terreno que recuperar antes de que la historia nos cobre, con vidas, la factura de nuestra propia negligencia.