El gobierno mexicano debe contar con asesoría adecuada en política exterior para evitar errores estratégicos. Es fundamental que la diplomacia mexicana tenga claridad sobre cómo operar en este nuevo contexto y que se acerque a actores clave dentro del sistema político estadounidense.
Este lunes 20 de enero de 2025, Donald Trump asumió por segunda vez la presidencia de los Estados Unidos tras un periodo de cuatro años fuera del poder. Su regreso marca un momento histórico en el país al ser el segundo presidente en recuperar la Casa Blanca después de un intervalo, compartiendo este hito con Grover Cleveland del siglo XIX. Sin embargo, su mandato también está envuelto en controversia debido a su condición como el primer presidente en asumir el cargo con antecedentes criminales.
El regreso de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, representa diferentes implicaciones tanto para la política global como para la relación entre Estados Unidos y México.
Derzu Daniel Ramírez Ortiz, director de la Licenciatura en Relaciones Internacionales de la UPAEP, subrayó que la presidencia de Trump traerá cambios significativos en la política global. “Trump busca replantear arreglos internacionales históricos bajo una lógica de ganancias relativas, donde Estados Unidos obtenga más beneficios que sus contrapartes”, explicó. Este enfoque se aleja del libre comercio tradicional, subordinando los flujos económicos y de inversión a intereses geopolíticos.
Ramírez Ortiz también destacó un endurecimiento de la postura estadounidense hacia China, considerada por Trump y el Partido Republicano como una amenaza económica y militar. “Hay un consenso emergente en Estados Unidos que prevé que China podría tener la capacidad militar para tomar el control de Taiwán para 2027. Esto plantea un desafío directo al liderazgo de Estados Unidos como superpotencia”, advirtió.
Además, mencionó que Trump tiene un claro rechazo a las instituciones multilaterales como la ONU y la OMC, favoreciendo en su lugar acuerdos bilaterales que colocan a Estados Unidos en una posición de fuerza. Esta estrategia podría eclipsar agendas globales cruciales como los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el combate al cambio climático.
Por su parte, Herminio Sánchez de la Barquera analizó el estilo de negociación de Trump, calificándolo como ineficaz y miope. “El buen negociador no es aquel que se queda con todo, sino quien logra que las demás partes perciban un beneficio. Trump se basa en la fuerza bruta y la amenaza, lo cual genera acuerdos insostenibles a largo plazo”, afirmó.
Sánchez de la Barquera señaló ejemplos de las consecuencias de este estilo, como el fracaso del acuerdo con Irán sobre armas nucleares y la falta de sostenibilidad en los acuerdos entre Israel y países árabes. Además, advirtió que un descuido en la guerra entre Rusia y Ucrania podría escalar a una guerra mayor en Europa.
El profesor también vinculó el ascenso de Trump con la crisis global de la democracia y el populismo, fenómeno que describió como un síntoma de la desconfianza en las instituciones democráticas. “El populismo es un movimiento que comparte características similares a nivel internacional, desde Estados Unidos hasta Brasil, México y Europa. Sus líderes ignoran la complejidad del escenario internacional, centrándose en políticas internas y cortoplacistas”, aseveró.
En su intervención, Jorge Puga González, profesor de Relaciones Internacionales de la UPAEP, abordó las posibles implicaciones para la región y la relación entre Estados Unidos y México. “Es probable que veamos una intensificación en las tensiones comerciales y migratorias, con una narrativa punitiva hacia México. Trump ha utilizado estos temas como herramientas de presión política, y su regreso podría traducirse en medidas unilaterales que impacten nuestra economía y estabilidad regional”, explicó.
Puga González también alertó sobre cómo la política interna de Estados Unidos podría polarizar aún más a su sociedad, con implicaciones que podrían extenderse a su política exterior. “Trump representa una visión polarizadora que podría debilitar alianzas históricas y fomentar un enfoque unilateral en la política global”, externó.
La segunda presidencia de Donald Trump promete transformar el panorama global y regional, impulsando una agenda nacionalista y unilateral que podría alterar el equilibrio de poder internacional. Los académicos de la UPAEP coincidieron en que este periodo será clave para evaluar las capacidades de Estados Unidos como líder global y para analizar las estrategias de otros actores internacionales frente a este desafío.
La visión de Trump, basada en intereses nacionales por encima de compromisos globales, genera preocupaciones tanto para sus aliados como para sus adversarios. En este contexto, México tendrá que prepararse para enfrentar los desafíos que puedan surgir en una relación bilateral cada vez más compleja.
Ramírez Ortiz, destacó que «la política migratoria será nuevamente un eje central del gobierno de Trump, con énfasis en endurecer las restricciones y reforzar la seguridad fronteriza». Según Ramírez Ortiz, México deberá enfrentar presiones para aumentar su control en la frontera sur y colaborar en la contención de flujos migratorios provenientes de Centroamérica.
Por su parte, Herminio Sánchez de la Barquera mencionó que, aunque Trump promueva medidas como deportaciones masivas, estas podrían enfrentar limitaciones tanto legales como operativas. «La narrativa populista de Trump busca satisfacer a su base política, pero implementar deportaciones masivas o un cierre total de fronteras no solo sería complejo, sino que también tendría impactos significativos en sectores clave de la economía estadounidense», señaló.